Bolaño en Budapest

Viernes 6 de noviembre de 2015, por Franck Garot

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22 de octubre

Por la ventana con vidrio simple atraviesan a penas filtrados los ruidos de la calle; la familia duerme y a pesar del cansancio de un levantar en la noche para un vuelo en la madrugada, el viaje y los kilómetros en las calles de Buda y de Pest, no encuentro el sueño. Entonces escucho.

Unos borrachos chillones en el bar de la planta baja, unos turistas yéndose Váci utca, un repartidor en scooter llegando de Apáczai Csere János utca volando tubo de escape perforado hacia el McDonald’s después de costear el Danubio. Los gritos que me llegan son en inglés o un idioma desconocido que elijo húngaro.

También escuché hablar en francés hoy: una guía contaba la historia de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción de Budavár a su grupo francófono al que me había metido como un clandestino para aprovechar de su saber. Decido de abrir Le Troisième Reich de Robert Amutio, ya que estoy velando, mejor estudiar mi francés. Primero leí unas paginas al azar para comprobar si entienda, y por fin lo empiezo. Desde el principio.

20 août

Par la fenêtre pénètrent la rumeur de la mer mêlée aux rires des derniers noctambules, un bruit qui est peut-être celui que font les serveurs en rangeant les tables de la terrasse, de temps à autre celui d’une voiture roulant au pas sur le Paseo Maritimo et des bourdonnements sourds et inidentifiables provenant des autres chambres de l’hôtel. Ingeborg dort

No entiendo la palabra bourdonnements entonces la busco en la traducción de Roberto Bolaño.

20 de agosto

Por la ventana entra el rumor del mar mezclado con las risas de los últimos noctámbulos, un ruido que tal vez sea el de los camareros recogiendo las mesas de la terraza, de vez en cuando un coche que circula con lentitud por el Paseo Marítimo y zumbidos apagados e inidentificables que provienen de las otras habitaciones del hotel. Ingeborg duerme

Zumbidos entonces. No me demoro sobre las decisiones del traductor como el singular de penetrar, el acento añadido a Marítimo, la proposición subordinada en lugar del último gerundio, entre otras cosas.

Zumbidos. El cansancio seguramente. Este sentimiento de no saber donde estoy. En una cama en Budapest, en Z. con Ingeborg, o en el apartamento detrás de la tienda de Blanes donde Carolina trabajaba mientras que Bolaño escribía frenéticamente sus libros, una competición contrarreloj, contra la enfermedad. Todo lo que sé, es que el rumor entra a mi cabeza, la rumeur pénètre mon cerveau.

Mejor cerrar los libros, caer, y esperar levantarse al 4 de Régi posta utca en Budapest.


Publicado en francés el 30 de octubre de 2015 sobre Oloé du monde entier.

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